lunes, 2 de abril de 2007

Casi como lo soñaron


Mouche y Sosa le dijeron a Olé que la ilusión era repetir lo del 90. No hubo triunfo, pero ellos dos armaron otro golazo.


En la previa, en la espera del clásico más deseado, la dupla argentina del gol había soñado una historia para que se cristalizara en la noche del Defensores del Chaco. Pablo Mouche e Ismael Sosa le habían contado a Olé que su recuerdo más importante de un Argentina-Brasil era aquél del Mundial de Italia 90. Y en tren de realizar una analogía entre ese partido de Turín y éste que se les venía, equiparaban situaciones y deseaban idéntico resultado. En ese encuentro, el dominio brasileño, sobre todo en el primer tiempo, había sido absoluto y el final de la historia fue feliz para Argentina. Y en este Sudamericano los brasucas habían transcurrido la primera ronda al trote y los nuestros a los golpes...


En parte, la historia se repitió. No por el resultado (aunque por como venía la mano, el punto argentino cotice algo más que un empate), pero sí por el trámite: arrancó mejor el equipo de Nelson Rodrígues y porque Argentina se hizo fuerte en la segunda parte. Pero la mayor similitud fue que hubo un golazo argentino. Como el que en el 90 armaron Diego y Cani, esta vez Mouche y Sosa fueron los responsables del grito para el cuadrito. Iba menos de un minuto del segundo tiempo cuando el de Boca picó sobre la derecha del área por una linda bocha en profundidad. Y cuando le salió el defensor rival, puso un exquisito taco-centro que dejó solo a Sosa para la definición certera. Fue un grito interminable, como ése de hace casi 17 años en el Delle Alpi de Turín...