martes, 24 de marzo de 2009

Se Pronuncia Crack






Irrumpió en el Ascenso a los 15 años. A pura gambeta, cautivó a Boca y a la selección juvenil. Una grave lesión lo deja sin nada, pero resurgió y fue clave en el último título. Bianchi lo afrancesó, pero en cualquier idioma la rompe. Esta es la historia del mejor alumno del “Melli” Guillermo Barros Schelotto.

PABLO MOUCHE
Genio y figura.


EN UN MUNDO FASCINADO con la globalización, fútbol y explosión mediática edificaron una relación siamesa. En ese contexto, la camiseta de Boca es el talle exacto de una pantalla líder: caliente, sólida, con la mística ganadora y aun asi, ambiociosa. Lógicamente, la grilla de popularidad está dominada por figuras que son sinónimo de éxito pero, cada día, hay más lugar para las promesas que trepan en el rating a la velocidad de la luz.
Una de esas esperanzas es Pablo Mouche, sinónimo de gambeta y de gol, un formato que ya despierta inquietudes y cajas fuertes en Europa. Aunque, se sabe; y lo sabe este zurdo de 21 años: para recibirse con honores y garantías de la escuela “Xeneize”, el examen hay que aprobarlo “minuto a minuto”
La historia de Pablo tiene cuna en San Martín, pero infancia y corazón en Santos Lugares; con los cordones de la calle Patricios como testigos de sus primeras travesuras. “De chico, hice dos y hasta tres deportes a la vez, como básquet o taekwondo, pero iban desapareciendo de a poco y siempre me quedaba con el fútbol, mi verdadera pasión”, remarca.
Amistad y Ameghino fueron los clubes de papi que se dividieron sus sueños con la pelota. “De Amistad, recuerdo los clásicos contra Alianza y El Triunfo. Eran partidos que se jugaban a muerte. La cancha explotaba. Se vivían como finales. Ameghino era más tranquilo, pero en Escalada había una linda rivalidad, y contra Santa Clara se daban partidos picantes”, recapitula.
El talento de Pablo era una marca registrada en el barrio, al extremo que, pese a haberse mudado a Los Cardales, su DT –el “colorado Oscar”, padre de uno de sus mejores amigos- lo pasaba a buscar antes de los partidos. “jugaba de 3, porque arrancaba desde atrás y le metía para adelante como loco. Era de pasar la mitad de la cancha y pegarle al arco. De delantero no me gustaba, porque tenía poco espacio”, ilustra el hijo de Santiago y de Mónica, ambos profesores de educación física.
El manual de picardías que Mouche desparrama en Primera, forma parte de su ADN, pero tuvo en el Colorado, al maestro perfecto. “Me enseñó muchas mañas, cómo usar los brazos, simular un poquito y hacer calentar al contrario. De grande, lo vas puliendo. Hace poco, un rival me agarraba de la camiseta todo el tiempo; hasta cuando la pelota no estaba en juego. Entonces, en un momento le dije: “Si tanto te gusta, después del partido te la doy (risas)”, confiesa el zurdo, admirador del holandés Robben.
Esas diabluras también grabaron su versión en la escuela de turno. “Era quilombero. Si te digo lo contrario, te miento. Pasé por millones de lugares. Los volvía locos a todos. A mis compañeros les tiraba chicles; y a mis profesoras también. Pero no lo hacía de malo, eh. Ah, ¡Tengo una anécdota que es terrible!
-Contala…
-Primer grado. Clase de Lengua. Estaba insoportable y la maestra me mandó toda la hora al rincón, en penitencia. Yo tenía una de las paletas que se me estaba por caer, y estaba recaliente. Yo soy recalentón, pero mal. La profesora me hizo poner de espaldas a mis compañeros y ahí exploté. Me agarró tanta bronca que me arranqué la paleta y llena de sangre se la tiré y le dije: “Tomá, profe, para vos (carcajadas)” ¡Para qué! Me cagó a pedos, me mandó a la dirección y llamaron a mis viejos. Lo más gracioso fue que tuvimos que ir al dentista de urgencia, je.
La cancha de once visitó a ese Mouche de recreo full time con un traje más sereno, un cambio posicional y una visión. “Me fui a probar a la Novena de Estudiantes de Caseros, por intermedio de un amigo. En cancha grande me hice delantero, porque siempre miraba como jugaba Guille (Barros Schelotto). También me gustaba mucho Saviolita, a pesar de que es de River. Los dos tienen gol, van por afuera, tienen gambeta y son desequilibrantes. En esos momentos, empecé a ver el fútbol como mi futuro”, informa.
Pero, aquella innata rebeldía, también regó positivamente su versión futbolera. Con un 10 en desfachatez, Pablo hizo su presentación en sociedad antes de la primera afeitada.
-¿Cómo fue debutar en Primera tan joven?
-Tenía apenas 15 años y 4 meses. Recibí la noticia con una alegría enorme, pero no se si estaba tan sorprendido. Giunta me había subido a Primera y me aconsejó de una manera tan buena que no le di importancia a la edad. Eso y haberme recomendado a Boca, son cosas que le voy a agradecer de por vida, igualmente, el día del debut estaba bastante nervioso, eh. Mucha gente no lo sabe, pero en la B Metropolitana es muy difícil jugar. Se pega mucho, se juegan la vida; y no están las cámaras de la televisión para protegerte.
Y asi fue, Pablo no miente. Aquel 13 de junio de 2003, Mouche reemplazaba a Pablo Rojas, no le ponía luz de giro a sus gambetas y el rigor y la bravuconada firmaban planilla como Di Martino, el 2 de Talleres de Remedios de Escalada. “Uh, cuando vio que la pisaba, me dijo ‘Pendejo, la c… de tu madre, no te pases de vivo que te rompo todo’. Yo no me reía. No se si de nervios o de qué. No habían pasado ni cinco minutos desde que había debutado ¿Si me pegó? ¡Qué no! Todavía me duele, je, pero son experiencias que te sirven para cuando jugás en un nivel superior”, advierte.
Paralelamente el crecimiento en el pincha, el estudio se transformaba en un stopper, insuperable que le cobró a futuro cinco materias, pero le dejó un guiño del destino. Casualidades o no, el último abrazo de Pablo con los libros fue en el turno noche de una escuela de Caseros ¿Cuál? La 12…

VOLVER A EMPEZAR
Mouche tenía rendimiento de titular, pero la falta de abriles obligaba a Giunta a hacerlo ingresar recién cuando los rivales tenían los tobillos erosionados por los quiebres de cintura de Ezequiel Lavezzi. Asi, en puchitos de tiempo, como un tercer delantero cuando el resultado en contra lo convocaba, o como cuarto volante si había que ponerle candado a la victoria, Pablo fue conquistando miradas top: Boca y Hugo Tocalli, el entrenador principal de las selecciones juveniles.
Sin embargo, las presuntas alegrías encerraban aprendizajes que Mouche se había salteado. Hacer inferiores luego de debutar en Primera; algo asi como aprender a correr antes de saber caminar.
“Lo tomé bien, porque sabía que llegaba al club más grande. Obviamente, tuve que pagar derecho de piso, hacerme de nuevos amigos. Además, ganarme un puesto no fue nada fácil, porque había chicos que ya tenían un nombre en Reserva y pintaban para grandes cosas, como Boselli, Trejo o Mondaini. Afortunadamente Alves, el DT, me fue dando confianza y, a los seis meses, con 17 años, ua estaba haciendo mi primera pretemporada con el plantel profesional”, detalla.
Asi como sufrió por la clásica “rapada” por culpa de Palermo e Ibarra; o cuando el Chelo Delgado jugaba a dejarlo afuera de la habitación por llegar tarde, a Pablo se le inunda de sonrisas el rostro al momento de recordad su avanti premiere; 45 minutos (los del segundo tiempo), con Salta como escenario, Racing como rival y Alfio Basile encargado de la puesta en escena.
“El Coco es un fenómeno, otra palabra no hay. Quizás no charlaba mucho con los jugadores pero te transmitía algo: ganar. Era confianza pura; salías a la cancha creyéndote que eras el mejor”, sintetiza.
Ofreciendo varios años de ventaja, el zurdo creció junto a la camada que ganó el mundial sub 20 en Holanda 2005, desde los botines de Messi. Sin embargo, sabía que su cita de gala con la celeste y blanca estaba reservada para Canadá 2007; trabajó para eso. Pablo fue un baluarte de la clasificación para el mundial de la categoría y para los Juegos Olímpicos 08. una actuación digna de póster ante Venezuela (3 goles), lo tatuó a la titularidad hasta el final del certamen. Pero…
“Cuando terminó el Sudamericano, Hugo Tocalli, con quien tengo una relación increíble, me sugirió que agarrara continuidad para llegar bien al Mundial. En mi posición, había mucha competencia; estaban el Kun, Piatti y Mauro Zárate, que es un gran amigo. Y, en Boca, era muy difícil jugar seguido”, ilustra el hermano de Fernando que está a prueba en Almirante Brwon.
Miguel Ángel Russo entendió su posición. La noticia se hizo pública y el chaparrón de ofertas lo ganó Arsenal. El entonces DT del Viaducto, Gustavo Alfaro, había comentado el Sudamericano para un medio colombiano; y Mouche estaba subrayado en su lista de deseos.
El “verdadero” debut de Pablo en la elite fue en Mataderos, con la camiseta del Arse y convirtiendo su primer gol en Primera, nada menos que al Mono Navarro Montoya. “Caí en el micro, cuando mis compañeros me chicaneaban con eso. Tengo recuerdos muy lindos de Arsenal, desde la sabiduría de Alfaro, a quien le estoy muy agradecido, hasta la amistad que forjé con el Papu Gómez o lo que me hacía matar de risa Cristian Castillo”, destaca.
Sin embargo, cuando Mouche encaraba y trituraba rivales como un pacman, y dejaba de ser chamuyo para convertirse en realidad, se rompió los ligamentos cruzados en una práctica. La lesión arrojó un diagnóstico impiadoso: entre 6 y 7 meses de recuperación. Quedaban solo 60 días para Canadá 2007. Pablo se perdía el Mundial con el que tanto había soñado.
“La etaba de la lesión me la manqué con mi familia y amigos como Agustín. También fueron muy importantes mi representante, José Luis, que es otro papá para mi; mi tio y los llamados de la gente de la Selección, de los utileros y los médicos de Boca o de compañeros como Krupoviesa”.

LA CONSOLIDACIÓN
Luego de una escala en el país del ¿qué será de la vida de…? Mouche volvió a explotar en el Apertura 08, con goles, participaciones claves, y una versión de juego mucho más completa: de aquel wing que enviaba centros como un corresponsal en la frontera, a un delantero que surfea todo el frente de ataque, especialista en diagonales y en ganar espaldas rivales. Por si faltaba algo, la rompió en el verano, especialmente contra River.
“La llegada de Ischia fue muy importante; nos dio mucha confianza. Eso, sumado al respaldo que nos daban los grandes del plantel, como Palermo, Battaglia o Ibarra, vale doble. Después depende del nivel y de la personalidad de cada uno”, pondera.
-¿Cómo preparás la mente, sabiendo que las oportunidades son escasas?
-Es complicado. No solamente por la jerarquía de los jugadores, sino porque gente como Palermo y Palacio ganaron muchos títulos; y eso también cuenta. Lo principal es darse cuenta de que, cada oportunidad, hay que aprovecharla como si fuera la última.
-¿Qué pasa si esta frecuencia de juego se mantiene mucho tiempo más?
-Y… si a los 23 estoy igual, no sé. No descartaría otro préstamo a algún equipo de la Argentina, porque aca te ve todo el mundo y se abren muchas puertas; hasta para volver a Boca. La carrera es corta y nunca sabés lo que puede ocurrirte. En Arsenal, pasé de mi mejor momento a estar siete meses parado, asi que…
-Antes del arranque del torneo, llegaron varias ofertas, ¿qué importancia les diste?
-Hubo sondeos de España y algo concreto de Grecia. Las escuché, porque el futuro de la familia es algo muy importante. Igualmente, para poner un ejemplo: si me ofrecen 10 de Rusia y 5 de España, me voy a España. Lo que a mi me mueve es jugar al fútbol.
-Si te dieran a elegir un deseo futbolero, sin límites y egoísta, ¿cuál sería?
-Triunfar en Boca, porque si vos triunfás aca, después triunfás en cualquier lado.

Pablo Mouche, con acento francés. Y mucho más.


EL Heredero del Guille

PABLO TIENE un espejo futbolero, una referencia a la hora de la gambeta y la picardía: Guillermo Barros Schelotto. Cuando mouche se lesionó en Arsenal, el ídolo fue uno de los primeros en llamarlo. Luego, la relación fue creciendo. Hoy, el zurdo no es solamente un alumno avanzado, sino el guardián del tesoro más preciado del Mellizo: la emblemática camiseta Nº 7.
“La historia fue asi”, arremete Pablo, y pone la quinta: “Eran los últimos días antes de recuperarme de a lesión, y el kinesiólogo estaba hablando por teléfono con Guille. Le pedí que me pasara con él y, pregunta va, pregunta viene, le dije: ¿Te puedo pedir una cosa, puedo usar la 7? Y él me respondió. “¿Pero la vas a defender o no?” “más vale”, le contesté. Después, me dijo que confiaba en mí, que la usara tranquilo. Durante las vacaciones, estuve en su casa y me felicitó. “Viste que no te defraudé”, lo chicaneaba. Fue algo inolvidable. Un sueño cumplido.

Algo Personal

NOMBRE COMPLETO: Pablo Nicolás Mouche
FECHA Y LUGAR DE NACIMIENTO: 11 de octubre de 1987, en San Martín, Pcia. de Buenos Aires.
TRAYECTORIA: Estudiantes de Caseros (2003-05, B Metropolitana), Boca (2005-06), Arsenal (2007), Boca (2007-2008).
TITULOS: Apertura 2008, con Boca






"El Gráfico" - marzo 2009. Nota: Matías Muzio. Fotos: Jorge Dominelli.

martes, 3 de marzo de 2009

Acá tenés a tu Guillermo...

Mouche, admirador del Mellizo, le dio la asistencia a Palermo.
Si le hago hacer un gol a Palermo me vuelvo loco".El lo sentía. Si se lo anticipó a Olé en la previa. Fue un centro rasante, sí, después de una gambeta, claro, cuando la aparición goleadora del Titán hizo delirar a la Bombonera. Y todo, o casi (también participó Nico Gaitán) gracias a él. Pablo Mouche, al fin y al cabo, cumplió su sueño: le dio una asistencia a Martín Palermo. Movedizo, inquieto, eléctrico, Mouche lo buscó permanentemente a su compañero de ataque. A su manera, claro, luego de una y mil gambetas. Por eso, el primer centro interesante que le envió fue recién a los 30 minutos del PT. Y 13' más tarde, le puso otra bocha en la cabeza, que terminó en una atajada de Monzón. Y a pesar de que en algunas jugadas pecó de individualista, mostró, en un momento clave, su mejor versión. Sí, acá tenés a tu Guillermo, Martín.

"Si le hago meter un gol a Palermo me vuelvo loco"

Heredero del Melli, el nuevo 7 dice que "es un sueño jugar con Martín", con quien armará dupla titular por primera vez, y ya prepara los centros.

Siempre quiso ser él. Con esa misma siete en la espalda, con esa habilidad para desbordar siempre, con ese centro justo al goleador. Pablo Mouche, en definitiva, siempre quiso ser lo que será mañana: el Guillermo de Palermo. Porque ante Huracán la siete y la nueve volverán a encontrarse en un partido, reeditarán aquella exitosa fórmula, tendrán otra vez deseos compartidos. Aunque para uno será más especial que para el otro. "Para mí es una gran emoción jugar con Martín. Es un sueño maravilloso que estoy por cumplir. No veo la hora de que llegue ese momento", dice el hombre que heredó la camiseta del mellizo. Y que, como el viejo ídolo, también comparte un feeling especial con el Loco. Se nota en las prácticas, cuando a veces se felicitan en el propio campo de juego. Y también en la convivencia fuera del club.-¿Qué pasaría si de un pase tuyo llega el gol de Martín en su vuelta como titular?-Es lo que sueño. Si pasa eso, si se da, creo que me vuelvo loco de la alegría. Pero juegue quien juegue, lo más importante es que Boca gane. Que juegue bien y gane.-Tu función, igual, será abastecer a Palermo.-Lógico, eso voy a intentar. Porque él vive del centro, del gol. Por eso espero que las cosas me salgan esta vez mejor que nunca pero para él, para que Martín se sienta cómodo conmigo. Si lo logro, estaré satisfecho.-¿Qué admirás del Loco?-Su actitud, sus ganas, el no bajar jamás los brazos, la forma en que siempre va al frente, su capacidad goleadora... Martín está siempre a la expectativa para perforar el arco rival.-¿Cómo estás viviendo este momento de tu carrera?-Muy contento. Feliz por integrar el plantel más importante del país y por las posibilidades que me están brindando. Creo que arranqué un 2009 muy bueno, en el sentido de que el cuerpo técnico me dio confianza para jugar.-¿Y ahora qué sigue?-Tratar de aprovechar al máximo cada oportunidad que se presenta. Hay partidos en los que las cosas salen bien, en otros no tanto. Pero cuando juego no me guardo nada y busco encarar siempre para aportarle cosas al equipo. Hoy tengo la ilusión de seguir creciendo. A eso le apunto.-¿Cuánto te marcó lo que hiciste en el verano? La gente empezó a confiar más en vos a partir de tus buenas actuaciones...-Yo noto el cariño de la gente. Te aseguro que es hermoso el apoyo del hincha de Boca. Para ellos no tengo más que agradecimiento. Ya en el semestre anterior, cuando salimos campeones, tuve oportunidades de jugar y el cariño con que me trataron me hizo sentir muy cómodo.Después de un momento en el que lo desesperaba no tener oportunidades, Mouche parece más tranquilo y maduro. Sobre todo, para contener los impulsos de todo chico que busca continuidad. Su explosión en el verano, incluso, hace que hoy espere las chances de otra manera... ¿Cómo manejás la ansiedad, sobre todo cuando no te toca jugar?-Está más que claro que todo jugador quiere jugar siempre. Pero yo no tengo nada que reprocharle a Carlos. Es más: soy muy respetuoso de sus decisiones.-¿Y cómo es tu relación con Ischia?-Permanentemente habla conmigo, me da consejos, me está tranquilizando para que espere de la mejor manera mi oportunidad.-Encima, en Boca hay muchos delanteros...-Sí, claro, en Boca hay muchos jugadores, varios delanteros peleando por un puesto, y está muy bien que el técnico vaya rotando. Un día juega Rodrigo, otro Tito Noir y así sucesivamente. Aparte no podemos perder de vista que tenemos muchísimos partidos por delante, entre el torneo y la Copa. Hay que ser paciente. Y yo eso hoy lo tengo bastante claro.

Es El Tiempo De Demostrar


Desde que apareció en Boca, a Pablo Mouche se lo comparó con Guillermo Barros Schelotto. No es un capricho: comparten desde el temperamento hasta esa extraña habilidad para desbordar con las dos piernas, pasando por el número de la camiseta. Por características, el nuevo 7 es, en la idea previa, el compañero que mejor le cae a Palermo en tanto es el más wing. Pero hasta ahora nunca compartieron cancha de entrada y va llegando la hora de demostrarlo.La realidad marca que, más allá de los excelentes resultados, Palacio y Palermo no son exactamente una dupla. Y cuando lo son, es el Loco el que más juega para su socio y no al revés. Rodrigo, como Noir, es un punta veloz pero que no necesariamente gana el fondo para tirar un centro. En cambio, vive al límite del offside esperando un pelotazo, una pivoteada o un pase en cortada para meter la diagonal.Mouche también tiene vida propia dentro del área y más de una vez se le ha criticado su individualismo. Pero tiene esa capacidad cada vez más rara de ganar el fondo por los dos lados y muchas noches habrá soñado con tirarle centros de gol al 9. Mañana, él estará esperándolos, puntual, en el medio del área.

viernes, 6 de febrero de 2009

Resumen Boca - san lorenzo


Volvió el 7 bravo a Boca. No es que haya vuelto el Mellizo, sino que su pilcha se la calzó uno que la luce casi tanto como él. Pablo Mouche hoy se recibió de 7 para la historia de Boca, porque en un equipo plagado de chicos, Pablo se puso la ropa de grande y manejó los hilos del partido a su antojo, corriendo y peleando cada pelota hasta lo último, encarando cuando la jugada lo pedía, haciendo la pausa, gambeteando y hasta permitiendose algunos vicios de goleador, como cuando promediando el segundo tiempo arrancó una contra desde su propia área y en vez de dársela al debutanteRodríguez la quiso terminar él y la pelota fue rechazada por el arquero. A pesar de algunos errores típicos de un partido de pretemporada, a Pablo se lo vió enchufadisimo, con ganas de demostrar que está disponible para cuando el técnico lo necesite. Sin deslumbrar, fue la figura de un Boca superior a su rival. Demostró personalidad para cargarse un clásico en sus espaldas, para que Ischia sepa que ni Palacio ni Noir tienen lo que él. La pasta para ser el 7 bravo de la historia de Boca.

Toco La Mosca




El Boca B fue más que el San Lorenzo A. Con Bianchi en la platea, Mouche o Mush (mosca en francés, como lo rebautizó el Virrey) le puso música a un empate gris.




Tenían razón los protagonistas, nada de revancha: "Es un partido de verano". Y fue de verano, nomás. Un clásico, sí, un clásico partido de verano.Al principio no hubo grandes diferencias entre la mayoría de titulares de San Lorenzo y los suplentes de Boca. Fueron los de Ischia los que más tuvieron la pelota pero fue un solo jugador el que se mostró desequilibrante: Mouche fue el diferente. Por momentos fue dársela para que el pibe inventara. Y, mientras estuvo en la cancha, colaboró Noir. Antes de irse lastimado, Tito dejó un surco por la derecha para meterse hasta la cocina cuerva y definir suave con la zurda a las manos de Centeno. Al cabo, iba a ser la única jugada de peligro de la primera parte. Todo de la dupla con acento francés. Boca usó las bandas gracias al estilo de sus delanteros mientras que San Lorenzo eligió centralizar. Priorizó el buen toque de sus volantes y en ocasiones armó jugadas estéticas pero sin profundidad, más allá de alguna esporádica corrida de Barrientos. También hubo otra diferencia en la motivación. Eso que se suele decir que se renuevan las esperanzas cuando llega un nuevo entrenador, ¿no? Pero si ninguno de los dos cambió al técnico, podrán decir los lectores con razón. Claro, pero en la platea estaba el nuevo manager de Boca. Y por más que Bianchi haya dicho que él no se va a meter en cuestiones tácticas ni en el armado del equipo, para la mayoría de los pibes que anoche puso Ischia habrá sido toda una incentivación.El primer mano a mano del partido fue para Mouche, justamente. Y confirmó el pibe que una cosa es encarar por las bandas y otra es decidir en un segundo ante un arquero: tiró a matar y Centeno, quien esperó firme, la mandó al córner. A la jugada siguiente, el mismo Mouche encabezó un contraataque y... otra vez falencias. Con dos compañeros esperando el pase decidió hacerla para él (comérsela, en idioma potrero) y le simplificó el asunto al arquero.Cuando Boca sintió el trajín (empezó la pretemporada cinco días después que su rival), San Lorenzo se paró más adelante y se repartieron un poco más la pelota. El Pitu asumió la responsabilidad de la conducción y obligó a sus compañeros a moverse y a seguirle el ritmo. Sin embargo, eso no fue suficiente para poder ver cómo ataja Ayala. En cambio, Centeno tuvo que lucirse al menos tres veces. Entonces, sí, los pibes de Boca se la bancaron contra los titulares de San Lorenzo, aun en el verano.

PERSONALIDAD Y SANGRE

Eso es lo que hay que tener para jugar en Boca, según el delantero que ayer marcó el primer gol en el Superclásico ante River. "No los dejamos hacer nada. Fuimos superiores en todas las líneas", analizó el siete.
Pablo Mouche ya es una realidad en la Primera de Boca. Sigue mostrando todo su potencial y parece que 2009 será el año de su explosión. "Para jugar en la Primera de Boca lo más importante es tener personalidad y sangre", dijo el delantero que anoche metió el primer gol en el Superclásico ante River por 2-0 en Mendoza. En declaraciones al programa Un Buen Momento, de radio La Red (el ciclo ahora también está por las mañanas), Mouche analizó el Superclásico: "Teníamos una confianza muy grande y muy linda. Y no queríamos desaprovechar esta oportunidad. ¿De River qué ví? Que Boca no lo dejó hacer nada. Fuimos superiores en todas las líneas", dijo el heredero de la camiseta número 7 de Guillermo Barros Schelotto. "La mostré en el festejo porque es mi ídolo", agregó. Pero además, Mouche habló de los pibes que le rinden a Ischia tanto como los grandes. "Siempre tenemos mucha fe y mucha confianza. Lo demostramos en la Copa Sudamericana el año pasado y en este verano. Siempre salimos para ganar. Somos once contra once y los jugadores que estuvimos ayer o los que estamos cuando no juegan los titulares, podemos jugar en cualquier parte, en cualquier equipo del país y ser titulares", se enalteció a él y a sus compañeros. "Lo más importante es tener personalidad y sangre. Después lo otro va variando. Hay algunos que tienen técnica, otros tienen garra, o más fútbol. No es fácil jugar en Boca y el que juega es porque tiene esas dos cosas que son muy importantes", redondeó Mouche. Una alternativa más en la delantera de Boca.

Lo sufre más desde afuera


Yo Digo - Pablo Mouche


Me tocó compartir el túnel con Martín durante un tiempo, mirar los partidos con él desde el costadito, y sé que los sufre mucho más desde afuera que cuando está adentro. No es de hablar, ni de hacer comentarios sobre lo que está pasando dentro de la cancha. No insulta, aunque para el árbitro sí se le puede escapar alguna puteadita, pero sólo eso. Igual, se nota lo tenso que se pone, con la mandíbula rígida, nervioso, transpira, apenas pronuncia algún bocado, pero generalmente prefiere el silencio. Después, a la hora del entretiempo, es muy respetuoso, se mete en la utilería mientras los que jugaron hablan en otro sector del vestuario. En cambio, cuando juega, llega al descanso y se pone a hablar y a alentar a todos, porque es uno de los líderes positivos de este grupo. Tanto afuera mirando el partido como en la semana, Martín es uno de los tipos más importantes de este Boca.

"La estás haciendo quedar bien"


Tira el centro el ídolo desde Estados Unidos, define el heredero en Buenos Aires: "Vos le dejaste toda la magia". Una charla a puro fútbol y buena onda entre dos tipos unidos por la 7 y un innegable parecido.


Guille? ¡Qué hacés, Guille! ¿Cómo anda todo por ahí?-Bien, Pablito. Por acá todo muy bien. Te felicito a vos, que estás haciendo quedar muy bien a esa camiseta, ja...-Es la camiseta, es la camiseta, Guille... La dejaste con toda la magia.No hace falta ninguna introducción para animar la charla. De un lado, en una fresca tarde que anticipa el invierno americano, Guillermo Barros Schelotto, el dueño histórico de la 7 de Boca. Del otro, en una tardecita que anticipa el verano porteño, Pablo Mouche, el inquilino que le hace honores. Y en el medio, una conversación a puro fútbol, a puro Boca, con la admiración y el cariño mutuo como hilo conductor. Un afecto que nació en el vestuario, en casi dos años compartidos en el club, y que hoy se prolonga más allá de la distancia.G: Te vi en los últimos partidos y estuviste muy bien. Con Central metiste un centro bárbaro, con Banfield hiciste un golazo, contra San Lorenzo pusiste un tiro en el palo y jugaste muy bien... Te felicito. Cuando me llamaste para pedirme permiso para usar la número 7, te dije que la tenías que dejar bien parada. Y me alegra que lo estés cumpliendo...M: Gracias, Guille. Me pone muy contento esto que me decís. Y quiero agradecer la confianza que siempre me tuviste. No me olvido de todos los consejos que me dabas. Ahora, de premio tenés que mandarme una camiseta, pero la amarilla, eh. Y yo te mando una mía. Bah, una tuya...-Alguna 7 de Boca debés tener, ¿no Guille?G: No tantas, porque la verdad que las fui regalando casi todas. Así que me va a venir muy bien... Cuando vuelva a la Argentina, te la llevo, Pablo.-¿Qué consejos te daba Guillermo?M: Me decía que confiara en mis condiciones, que encarara... Y que iba a llegar lejos. Yo ya lo admiraba antes de ir a Boca, pero cuando lo conocí en el club, lo tomé como mi ídolo máximo por lo futbolístico y también como tipo. Además de ganar todo, siempre tenía buena onda y mantenía la humildad.-¿Y ahora qué consejo le darías, Guille?G: Que sea inteligente. Ahora aparece la fama, te hacés más conocido, te quieren todos, y eso es inevitable. Pero lo importante es mantener la inteligencia necesaria y seguir jugando de la forma que te llevó a la Primera. Mantener la cabeza en el fútbol.M: Seguro, eso no lo dudes. Porque además vi que vos lo hiciste así durante todos los años en Boca. Y una de las cosas que más quedó es ese hambre y profesionalismo para seguir ganando cosas. No va a ser fácil alcanzar a Guille, que es el que más ganó en el club, pero por suerte, después de remar mucho de atrás, por fin estamos primeros en el torneo. Así que con suerte, si se dan las cosas, por ahí le descuento algún título antes de fin de año, ja, ja...G: Mirá, yo cuando llegué a Boca quería ganar un campeonato, aunque sea uno local, y fijate lo que logramos. Con tranquilidad y trabajo, todo llega. Uno, dos, diez, quince... Hay que prepararse para ganar y nada más. O mirá a Battaglia e Ibarra, que ya están por alcanzarme. Y disfrutá todo el tiempo que te toque jugar en Boca. Es difícil encontrar en el mundo un club como Boca: la pasión del hincha es única.-¿Qué cosas tuyas le ves a Pablo?G: Que por lo general sabe resolver bien en el área. Sabe cuándo tiene que darle el pase a un compañero mejor ubicado y cuándo tiene que patear, como hizo con Banfield. Son decisiones que se toman en el momento y no es fácil elegir lo correcto. Esa característica siempre la tuvo. Cuando llegó a Boca, por ahí jugaba más de 9 de área, pero ahora encontró su lugar por afuera.M: Cuando llegué a Boca traté de jugar por los costados como él, copiarle las diagonales, las gambetas para encontrar un espacio y sacar un centro, buscar la resolución correcta. -¿Y copiaste la picardía?M: Es difícil porque es algo innato. Tiene que ver con la personalidad. Pero de compartir tanto tiempo en el vestuario, algo me quedó, je, je... Igual, ojo que tengo mi carácter.Algo de eso se necesita para usar la camiseta de un ídolo. Lo sabe Pablo, se enorgullece Guille. Entre sietes se entienden...

"Con baile es mucho más lindo"


RONCAGLIA - MOUCHE

Los goleadores aún festejan el cierre ideal del verano 09: "Ganarle a River es espectacular. Y meter un gol en un superclásico es único", dicen, en la charla con Olé. Ellos dos y otros pibes garantizan que hay recambio de lujo.


Ronca tiene una calidad impresionante. Yo estaba afuera cuando hizo el gol y me dio una alegría enorme. Lo quería saludar pero ni miró para el banco el hijo de puta...-Pablo es un monstruo. Cuando te encara con la pelota atada al pie no lo podés parar. Es imposible de controlar. Y todavía ni me felicitó por el gol...Pablo Mouche (será titular el domingo) y Facundo Roncaglia se ríen, se sacan un poco el cuero y vuelven a reírse. Sólo pudieron dejar atrás una pequeña parte de la euforia con que se encontraron en las primeras horas del lunes, después del segundo triunfo ante River en el 2009, con un gol de cada uno. Porque, a pesar de que son dos chicos de gesto fiero, ceño fruncido y voz firme frente a las cámaras, el ritmo de su discurso ante Olé cuando se refieren a la alegría compartida está marcado por una sonrisa cada dos palabras y repetidas expresiones de felicidad. "Es algo espectacular haberle ganado de nuevo a River", coinciden. "Es muy lindo", dicen tras el cierre ideal del verano 09.-¿Qué se siente hacer un gol en un superclásico?Roncaglia: Una alegría enorme, es especial hacerle un gol a River. Por suerte pude llegar al área, me quedó ahí y convertí.Mouche: Aunque disfruto cada día de jugar con la camiseta de Boca, ésta es la mayor alegría.-Con estos triunfos, éste último con pibes, dejaron a River en una crisis...R: Lo más importante es que estamos bien para el torneo y la Copa. Pero seguro que ganar con baile mucho es más lindo. Si se puede jugar bien, mejor.M: Hay que fijarse en Boca, no nos importan los demás. Porque somos Boca. Nacidos ambos en 1987, Mouche en Caseros y Roncaglia en Chajarí, forman parte de esta generación de juveniles de Boca que explotó el año pasado, principalmente en la Sudamericana y por las bajas por lesión. "Somos pibes que jugamos bien al fútbol, que corremos, que metemos, que dejamos todo por la camiseta. Los pingos se ven en la cancha. A River no lo dejamos hacer nada, no lo dejamos pensas y ganamos muy bien", sentencia el delantero que lleva con orgullo y respeto la número 7 de Guillermo, mientras el otro goleador del superclásico lo abraza para la foto y amaga con estamparle un beso. "Salí de acá... Está bien que hiciste un gol y estás contento, pero no es para tanto alegría", lo echa.-Pablo, ¿le dijiste algo a Facundo por el gol? ¿Todavía no lo felicitaste?M: Es que no lo podía creer. Bah, todavía sigo sin poder creerlo, je. Yo sabía que jugaba de 9, pero un gol a Racing y otro a River... Igual, te das cuenta que sabe por la forma de jugar. Es increíble encontrar un defensor así.R: ¡Mucho elogio! Es un amigo... Este año, Pablo arrancó con todo, está muy bien. Ojalá que tenga muchas posibilidades... -Facundo, debés haber cumplido el sueño que tenías de chico, cuando jugabas de 9 y soñabas con ser Batistuta...R: Sí, la verdad que sí, creo que todavía no me olvidé de jugar de 9, je. Si bien hace varios años que no juego arriba, parece que la puedo meter, eh.-¿Para cuándo la dupla de ataque?R: Nos encantaría, pero normalmente en los picados jugamos en contra, él en el equipo de los grandes, todos los viejos, y nosotros ahí, los pibes...-¿Qué se propusieron para este nuevo año?M: Lo más importante es tener los objetivos claros, jugar la mayoría de los partidos, que las chances estén y aprovecharlas.R: Lo mismo. Más que nada que cuando nos toque jugar, rendir y mantener regularidad. Ya sea como lateral por la derecha o de central.M: Y en lo colectivo, pelear el torneo Clausura y la Copa Libertadores. Nos sentimos muy bien para hacerlo. Esperemos que este año sea igual o mejor que el pasado.