domingo, 1 de abril de 2007

Pablo Mouche, un chico que piensa en grande: El Mundial y Boca












La figura ante Venezuela habla de sus sueños




No estaba en el equipo titular. Tocalli decidió darle un lugar entre los once y el pibe de Boca no defraudó: hizo 3 goles, fue el mejor y ahora va más en todos los frentes.




Para Pablo Mouche fue un partido soñado. No arrancó como titular en este torneo y ante Venezuela, cuando la única alternativa era ganar, el técnico apeló a este pibe de Boca. Y el chico, que además de no fallar, deslumbró, lo cuenta de esta manera: “No veía la hora de jugar. Desde hace unos días Hugo Tocalli me empezó a pedir tranquilidad y a repetirme que ya me iba a llegar la hora de actuar. Entré a dejar todo en cada pelota y tuve suerte de conectar enseguida ese remate cruzado y marcar. Nunca pensé, lo digo con toda sinceridad, que podía hacer tres goles. En el tiro libre tuve una suerte de visión: lo vi al arquero jugado y decidí pasar la pelota por afuera de la barrera. Después me sentí muy bien, cada vez más confiado. Y tuve la sensación que todo me podía salir. Por suerte, me salieron varias y ayudé al equipo. Lo más importante es que levantamos el nivel y que otra vez estamos en carrera. Lo mío es lo de menos; acá lo que importa es el equipo. Somos muy unidos y todos tenemos la misma meta: estamos para seguir y confiados en nuestras fuerzas. No pensamos en otra cosa que no sea en ganar”.




Nacido el 11 de octubre de 1987, Pablo Mouche se convirtió en una de las grandes esperanzas argentinas en este Sudamericano Sub 20, torneo en el que el conjunto de Hugo Tocalli arrancó a los tumbos pero anoche, con una goleada ante Venezuela por 6 a 0, levantó cabeza.




Nacido en San Martín, provincia de Buenos Aires, sus orígenes futboleros fueron en Estudiantes de Buenos Aires. El delantero fue uno de los primeros jugadores en los que puso el ojo Miguel Ángel Russo al asumir como técnico en Boca. Ricardo La Volpe lo tenía en carpeta pensando en un recambio en caso de seguir al frente del equipo. Pero el que le puso el ojo primero fue, el hoy técnico de la Selección Nacional: Alfio Basile. El “Coco” le dio la responsabilidad de vestir la camiseta de Boca en un partido de verano ante Racing. Luego fue Lavolpe el que le dio una chance para ir al banco en el último torneo Apertura frente a Argentinos Juniors por la 13ª fecha.




Todos piensan y hablan de Mouche y él dice lo que piensa: “Ahora la prioridad es Argentina. Sueño con jugar en el Mundial de Canadá y con jugar algunos partidos con Boca. Pienso matarme para hacer realidad mis ilusiones. La posibilidad de jugar algunos partidos en la primera de Boca me da vueltas en la cabeza y ayudar a ganar un campeonato, ni te cuento. La gente de Boca es única: es como si te pusiera alas cuando salís a la cancha. Soy un tipo muy afortunado porque visto las dos mejores camisetas del país: la de la Selección Argentina y la de Boca...¿Qué más puedo pedir?: Ojalá que mis sueños se hagan realidad...”.




Ciudad del Este, enero 15 de 2007.
http://fotolog.com/dulcemouche

"Ojalá que el Sub 20 argentino sea el hitazo del verano..."


PABLO MOUCHE: UN PIBE QUE LA EMBOCA

El pibe del bailecito con el banderín tras los goles clava el deseo en lugar de la sombrilla... Reconoce que aún falta mucho por andar y que se bajonearon con el arranque fulero.


Dolió el aprendizaje hasta esta danza triunfante, frívola y tribal. Dolió en los tobillos adolescentes, en el alma oscilante de púber, aún con sello del picado barrial, la chicana natural, madre de la picardía. Que te clavo, que te clavo... "Debuté en Estudiantes a los 15... y el dos de ellos era una bestia, un tipo grande, de 30 años. Me dijo: ''Pendejo, la concha de tu madre, ojo con lo que hacés''. Me insultaba, me pegaba codazos. Yo estaba recagado... Apenas entraba a la cancha y ya me había dicho todas esas cosas. No sé si me apichoné... Después te acostumbrás. Te sirve para cuando jugás a otro nivel, como ahora", celebra Pablo Mouche.


Es el día después de la noche que lo catapultó de la cola de los delanteros que esperaban su oportunidad (aguardó, paciente, mientras Abán, Sosa y Di Santo se intercalaron la titularidad; con el Chuco formó un dueto que ilusiona) a llevar la estrella pegada en el pecho: el pistolero de este Sub 20 que respira clasificación, luego de un susto enorme por el comienzo errante. El día antes del último compromiso argentino en la fase inicial, el último paso, también clave, al hexagonal que guarda los cuatro pasajes al Mundial de Canadá y los dos a los Juegos de Beijing.


Y ahí anda Pablito, el hoy pibe de Boca, haciéndole competencia con los flashes a los implacables destellos del sol del Complejo Internacional del Este, cargando con el protagonismo que se ganó por tres goles de alta factura en el 6-0 ante Venezuela. Para desandar ese camino, claro, hicieron falta los Di Martino, el intimidante central en cuestión de ese 13 de junio del 2003, cuando Talleres venció 1-0 al Pincha y un benjamín de apellido Mouche reemplazaba a Pablo Rojas a los 23'' del segundo tiempo. "Uno siempre sueña con hacer muchos goles en la Selección. Que todo le vaya bien a uno y al grupo, que se cumplan los objetivos. Estoy muy contento", dice el joven que destiló frescura hasta en el festejo: usó el banderín del córner como sombrilla, para bailar como en el comercial del hit del verano. Maxi Moralez también hizo lo suyo, peló unos anteojitos 3D luego de su definición. "Lo veníamos charlando con los chicos en la concentración, que si me tocaba hacer un gol lo iba a festejar así. Me pareció divertido. Y se dio en el momento, pensé que si la metía me iba a olvidar, pero no, me acordé en medio de la carrera", señala.


—Pasaste de entrar de a puchitos, a ser la figura.

—Nunca perdí la fe, las esperanzas. Acá vinimos 20 jugadores a intentar alcanzar un objetivo por el que teníamos que pelear todos juntos. Quedamos en que el que se quedaba afuera iba a alentar para que las cosas salieran bien. Me tocó hacer tres goles a mí, y todo el grupo me dio un apoyo bárbaro: los que fueron al banco como yo en los primeros dos partidos y los que entraron a la cancha. Para mí fue muy valioso y lo agradezco.


—Como venía la mano... ¿qué pensaste cuando el arquero te saca la primera pelota al ángulo?

—Si los delanteros pensamos que si el arquero nos tapa una pelota tenemos el arco cerrado, no jugamos más de delanteros, ja. Esa me la atajó muy bien al primer palo: me dije que si tenía otra parecida desde esa posición iba a cruzar el tiro. Tuve la suerte de que me quedó otra en el mismo lugar y entró. Fue bueno hacer el gol temprano.


—¿Qué gol de los tuyos te gustó más?

—El primero y el tercero, el de tiro libre. Fueron los más lindos, pero todos me pusieron feliz. Hacer tres, y en la Selección, no es algo de todos los días.


—¿A quién señalabas cuando festejabas?

—Al masajista Dady (Marcelo D''Andrea). En todos lo señalé a él: es una persona bárbara, que me apoyó mucho. Le había prometido que, si hacía un gol, se lo iba a dedicar...


Otra vez rewind. La imagen frena en los pasitos cortitos en la liga de Tres de Febrero, en el club Ameghino, las medias bajas, una función ajena a su actualidad, más emparentada a la corrida furiosa al defensor en el arranque del match ante Venezuela, para mandarle al lateral una proyección que despertó los aplausos bautismales. "En el baby jugaba de tres. Arrancaba de atrás. Me gustaba bastante, eh. Después un amigo me llevó a probar a Estudiantes y quedé", sorprende, aunque ahora frente al grabador, el veloz atacante que ya había formado parte de la preselección de Tocalli para el Sudamericano Sub 20 de Colombia en el 2005, y al que ese mismo año, Boca le adquirió la ficha cuando apenas tenía 17.


—¿Por eso La Volpe te probaba de carrilero?

—Sí, pero antes que La Volpe lo hizo Hugo, que me había probado varias veces de volante por izquierda. Y en Estudiantes, cuando estaban Lavezzi y Daniel Vega (hoy en Los Andes), dos jugadores de jerarquía, era chico y no tenía tanto lugar en la delantera. Entonces, Blas Giunta me probó de volante, arrancando un poco más atrás. Me ayudó mucho. Aprendés cosas, como ver la cancha de una manera distinta.


—¿Cómo era jugar en la B Metropolitana? ¿Muy distinto comparado con la Primera o con el Sub?

—Sí. Cuando yo estaba en Estudiantes soñaba con jugar en la Selección, jugar en Boca, como me pasa ahora... Y es una alegría enorme. Sí, hay mucha diferencia: en la B no tenés espacios, se juega mucho al pelotazo, a la fricción. Es un juego físico. Jugar en Primera y a un nivel internacional como este torneo, es mucha diferencia. Pero no reniego, fue una experiencia que me sirvió.


—Por ejemplo, para no sentir la presión...

—Me sentí bien. Siempre admito que soy muy ansioso, temperamental. Con la ayuda del cuerpo técnico, los compañeros, la familia, me voy acomodando, me acostumbro a no reaccionar, a estar más tranquilo. Quiero todo ya y muchas veces no se puede. Con el transcurso del partido, de los torneos, con las charlas con toda la gente que me quiere, voy mejorando.


—¿Cuánta tensión se sacaron de encima?

—Mucha. Estamos todos contentos. Por el triunfo que se logró más que por el resultado. Ahora pensamos en Uruguay, que también va a ser un partido duro, importante. Dimos un paso hacia la clasificación, pero todavía queda otro. No tengo dudas de que vamos a pasar de fase y, como lo hicimos siempre, vamos a salir a ganar.


—¿Contra Venezuela fue el partido perfecto?

—El equipo jugó bien. Se estuvo buscando lo que no se encontró en los segundos tiempos de los partidos anteriores. Estábamos mostrando un buen nivel en los primeros tiempos. Y caernos en el segundo nos afectaba, sobre todo en lo anímico. Por suerte éste se nos dio como lo pensamos.


—Cambió la mentalidad.

—Sí, de todo el grupo. Tuvimos cuatro días de mucha tristeza, bajoneados, justo después de la derrota contra Colombia nos tocó el receso. Pero también nos sirvió: nos juntamos varias veces, conversamos, nos dijimos que esto lo sacábamos adelante todos juntos, y se pudo conseguir la victoria que necesitábamos.


—¿Apareció el amor propio argentino?

—Ante Venezuela explotó el plus argentino que tenemos guardadito adentro. Esperemos que no pare.


Dócil, se mueve por todo el frente de prensa. Accede a más imágenes, en la cascada de la pileta, en el salón principal, bajo el tinglado multidestino. Es internacional: en la Cadena Caracol lo entrevistan como a un símil Juan Pablo Pino. A este delantero toda voluntad y potencia (mide 1,76; pesa 76 kilos) nacido en San Martín. Lo sabe: ya no pasará inadvertido. Pablo le agrega su toque a la estrella. Tiene charme. Invita a imaginarse que el bailecito de esa canción esquizofrénica, arena, sol y celulares puede transformarse en el estandarte de la levantada del Sub 20.


—¿Argentina va a ser el hitazo del verano?

—Claro que puede ser el hitazo del verano. Ojalá.

Mouche es el pibe del Sudamericano


Pablo Mouche comenzó el torneo de suplente, pero tuvo su chance con Venezuela y la rompió con 3 goles. Lo comparan con Lio Messi


Pablo Mouche nació el 11 de octubre de 1987 en San Martín, en la provincia de Buenos Aires, y se convirtió en una de las grandes esperanzas argentinas en el Sudamericano Sub 20, torneo en el que el conjunto de Hugo Tocalli arrancó a los tumbos, pero el domingo levantó cabeza y reafirmó las ilusiones en el equipo.


Los orígenes futboleros de Mouche, juvenil de Boca desde 2005, fueron en Estudiantes de Buenos Aires. El delantero fue uno de los primeros jugadores en los que puso el ojo Miguel Angel Russo al asumir como técnico en Boca, y con su actuación ante Venezuela, donde clavó tres de los seis goles, también abrió los ojos del resto del mundo.


Su zurda mostró potencia desde el comienzo del partido del domingo, y comentaristas sudamericanos no dudaron en compararlo con otro zurdo argentino: Lionel Messi


El punta de Boca había arrancado el torneo como suplente, aunque los malos resultados le dieron rodaje anoche. Este pibe de 21 años, al que alguna vez La Volpe llamó Mouchés y puso en una práctica de lateral izquierdo o en Reserva como volante por ese sector, se ganó su lugar. En Boca, su experiencia se remonta a un banco en el Apertura frente al Bicho (usó la 33).

Gustaron los de arriba.


Para el DT de Argentina, Hugo Tocalli, la actuación de Mouche fue tan destacada como la del resto de los delanteros de su equipo, por eso, a la hora de sacar una conclusión sobre el partido ante Venezuela, el técnico opinó: “quiero resaltar lo bueno que resultó el hecho de que los delanteros marcaran goles, porque les sirve para que tomen confianza”. Es que de los seis tantos argentinos, salvo el de Maximiliano Moralez, los restantes fueron obra de atacantes: Pablo Mouche (3), Ismael Sosa (1) y Franco Di Santo (1).


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Salidera de banco


Inédito: Mouche ingresó ante Chicago y mojó ¡con tan sólo 50 segundos en Primera! Sí, un verdadero gol express.


Agarre un cronómetro por favor, póngalo en cero y hágalo correr a la cuenta de 3, 2, 1...


Saludó a Cristian Llama (a quien reemplazaba), cruzó toda la cancha de Chicago hasta llegar a la banda izquierda del ataque de Arsenal, vio que Valdemarín se escapaba por la derecha, mientras él acompañaba por su sector, picó por el segundo palo y, luego del desborde y del centro del Piojo, cabeceó al gol, dejando sin chances al Mono Navarro Montoya.


Pulse el stop en el cronómetro. ¿Cuánto le llevó leer esto? O mejor dicho, ¿cuánto cree que tardaría en hacerlo dentro de un campo de juego?


No sabemos con qué velocidad lee Pablo Mouche, pero sí podemos decir que tardó sólo 50 segundos en hacerlo en Mataderos. Sí, antes de cumplir su primer minuto en Primera, el pibe ya estaba festejando un gol propio. Realmente épico...


Por eso ayer, luego de ver cuantas veces pudo la primera pelota que tocó en la máxima categoría del fútbol argentino —lo mismo que decir su tanto—, Pablo aceptó la propuesta de Olé: posar junto al reloj, su aliado del fin de semana y fiel testigo de su récord. Las agujas se detuvieron primero a las 20.23 05'''', momento exacto en que el viernes pasado ingresó a la cancha; y luego paró a las 20.23 55'''', cuando tras mojar, arrancaba los festejos con sus brazos abiertos.


—¿Tu caso cómo es: debut y gol o gol y debut?

—Jeje... Sí, la verdad es que entré y pude meterla rápido. Fue increíble. Además en mi primer partido en Primera. La alegría es doble.


—Pareció que ni sabías cómo festejarlo...

—Medio que me sorprendió. Salí a gritarlo y vi los carteles de publicidad de frente. Ahí decidí sentarme en uno para esperar a mis compañeros y abrazarme con ellos. Es que no había pensado en ningún festejo.


La alegría se le nota aunque su perfil bajo intente disimularla. Mouche llegó a Arsenal a préstamo desde Boca por este semestre y ya le mete presión a Gustavo Alfaro, que se relame con la entrega de Pablito y de Llama, sus carrileros izquierdos. "Me incorporé hace poco, me estoy conociendo con los compañeros, viendo cómo se labura en el club. Voy pasito a pasito", se ataja él. Pero hay algo que el zurdo no oculta: su deseo de participar en el Mundial Sub 20 que se disputará este año en Canadá: "Tuve un buen Sudamericano y quiero mi lugarcito en el Mundial. Y el tener continuidad en Arsenal me puede dar chances". ¿Un antecedente? Saviola —en River— y Coloccini —en Boca— convirtieron en su primer partido en Primera y después fueron campeones mundiales juveniles...


Por último, como buen goleador, Pablo Mouche dedica su tanto: "A toda mi familia, mis amigos, mi novia y mi representante".


Larga la nota, ¿no Pablo?